ESPN: Chivas y América... condenados a muerte

ESPN: Chivas y América... condenados a muerte


Fuente: ESPN
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Han elegido caminos distintos. Atropellados ambos. Se acurrucan virtualmente en la Liguilla, y ponen a soñar a sus histéricas legiones. Claro, aún, algunos refunfuñan.



Chivas y América, colocados cuarto y quinto en la tabla, lamen sus propias heridas, con lengüetazos piadosos a sus seguidores, especialmente a los del Rebaño. Las victorias anestesian conciencias.



Mágicamente, al amparo de los resultados, los tiempos calamitosos han sido momificados. Hace un par de meses aún, Matías Almeyda hacía malabares bajo el cobijo angustioso de Jorge Vergara, mientras en la banca reposaba la mercadería más costosa del Rebaño: Gullit, Calderón, Gallito, mientras Pulido saltaba de las penumbras.



Hoy, con dos victorias sobre América, una en Liga y otra en semifinales de Copa, El Pelado es el tótem de la idolatría, amparado además, lo realmente valioso, en la forma de jugar de Chivas, sin desatender, claro, algunas torpes bendiciones arbitrales.



Con su hábitat natural, desde una esplendorosa afición, hasta, insisto, el diabólico ritmo de juego, comparable sólo con Pachuca, y siendo el epítome de la redención del mexicanismo en su propio futbol, así, Chivas aún debe evolucionar para husmear el título de Liga.



Resuelta este martes ante Querétaro la Final de la Copa, Chivas sólo tendrá una inquietante obligación: los jugadores que eventualmente le arrebate Juan Carlos Osorio para enfrentar a EEUU y Panamá, que le toma en esa transición delicada entre el final del torneo y la Liguilla.



¿Qué le falta a Chivas? Oficio. Madurez. Y salir de ese cascarón de inocencia bobalicona, y que vimos en goles definitivos que sufrió en derrotas: ante Pumas y ante Pachuca. Pero es un mal endémico del jugador mexicano.



Si Salcido, con su kilometraje, al borde del retiro, con tiempo y espacio para urdir cómo detener a Urretavizcaya, se le entregó como ninfa enamorada, sin usar ni cerebro ni músculo, es reflejo de esa falta de oficio, de malicia.



Y entre sus rivales en Liguilla, Chivas encontrará a numerosos lobos --extranjeros obviamente--, que se han atragantado de caperucitas rojas, en los bosques del mundo. Y es irónico, porque como jugador, de eso, de glorificar el balón, pero capaz de detener al rival en la yugular y disecarlo ahí mismo.



Por otro lado, América perdió la paciencia con Nacho Ambriz, quien perdió el vestidor, el mando y la honra ante Chivas y Cruz Azul. Ricardo LaVolpe, sembrando vientos con su soberbia, y cosechando tormentas de repudio, pero en la Liga, sigue invicto.



Su beligerancia sienta bien al América. Es el técnico capaz de enarbolar los rayos del célebre Ódiame Más, aunque en celibato. Prefiere ese protagonismo de la aberración, antes que compartirlo con el club.



Y además este sábado, LaVolpe fue ungido de inmunidad por su patrón. Azcárraga Jean dijo a Milenio que "nosotros no salvamos temporadas ganando Clásicos, sino títulos", aunque cojeó al olvidar que esta no es una temporada cualquiera, sino ¡la temporada! del #INDECENTEnario.



América es un híbrido: ataca como la mejor versión de El Piojo Herrera y después se agazapa, como armadillo en histeria, como en la peor época de Nacho Ambriz.



Incongruencias lavolpianas: "No he tenido tiempo para trabajar", dice el técnico. "En un mes, el equipo debe mostrar ya lo que quiero de él", dijo al ser presentado. Cinco semanas, y contando, porque vencer a Santos es como contar un chiste de muertos en un funeral.



Sin embargo, América tiene un plantel poderoso en el papel, más allá de que ni Aguilar, ni Samudio ni Valdez, puedan jugar de nuevo en este torneo. Es un equipo que en el acumulado presenta alrededor de 50 títulos conseguidos con clubes o selecciones, en torneos nacionales, regionales y continentales. Es decir, han masticado el honor de la cancha.



Mellizos eternamente interconectados, con el cordón umbilical de su desprecio mutuo, no pueden emanciparse de esa bendita desgracia de vivir el uno para el otro, el uno por el otro, el uno con el otro y el uno del otro.



América y Chivas, sin quererlo --tal vez--, ejercen el Ying y el Yang, en un matrimonio que comenzó con el divorcio absoluto, y por las leyes del futbol, unidos hasta que la muerte los separe, porque, seguramente, ni un imposible descenso podría consumarlo.



Por eso, desde la tribuna del morbo, hay un deseo comunitario, tribal, de anhelar que el Rebaño y El Nido se mantengan en esas posiciones, cuarto y quinto de la Tabla, y que para beneplácito orgiástico de la mitad más uno, vuelvan, en este semestre, a enfrentarse con todos sus odios, por el amor a la victoria y al futbol.





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